Mujeres migrantes

Por Sofía Guzmán[1]

Prefacio: El proceso migratorio trae consigo diversas situaciones que afectan de forma directa en aspectos psicológicos y físicos; migrar cuando no se posee los recursos económicos para hacerlo, implica dejar de lado toda tu preparación académica (Si en dado caso se tiene) y empezar en aquellos trabajos en los que quizás nunca te hubiese imaginado. Los más comunes corresponden al área de limpieza (limpieza en casas, limpieza en mudanza y  limpieza en hoteles), estas labores antes mencionadas suelen ser las primeras experiencias o inclusive las únicas para las personas migrantes, sin mencionar la carga social-patriarcal que influye de gran manera en estas labores. Pues es a las mujeres a quienes históricamente se les ha relacionado con el cuidado y aseo, cómo sí fuera una cualificación que se obtuviera por el simple hecho de ser mujer, pero, este tema no lo abordaré en esta publicación.

I. Mi propia historia

 Este reportaje es una acumulación de relatos que me compartieron mujeres increíbles de diversos países del mundo que convergen en un solo país de Europa. Suecia es el país al que hago referencia; migré hace aproximadamente 8 meses; luego de pocos meses, mi búsqueda de trabajo comenzó. En mi país de origen estudié periodismo y soy cineasta, tenía ya previamente algunos conocimientos sobre inglés, por lo cual no me fue tan difícil comunicarme, aunque a medida que la cotidianidad pasaba, mi fluidez y pronunciación iba mejorando. Decidí empezar mi Currículo Vitae (CV), busqué en internet diversos sitios para encontrar trabajo en este país, asimismo, filtré estos trabajos para que se acoplaran a mi área y, efectivamente, apliqué a muchos trabajos. Después de muchas semanas de espera, los correos diciendo que iban a proceder con otrxs candidadtxs empezaron a llegar, como el tiempo seguía pasando, necesitaba empezar a trabajar y fue ahí dónde empieza la necesidad de crear y compartir este escrito.

El único trabajo al que tuve la oportunidad de acceder fue como “Housekeeping” en un hotel en el pueblo dónde vivo, hago énfasis en la oportunidad de acceder pues fue hasta cierto punto un poco fácil debido a que mi hermana había trabajado ahí un tiempo atrás, de lo contrario, seguramente aún siguiera en búsqueda de un empleo.

A medida que empecé a trabajar, fui conociendo a otras mujeres que como yo habían migrado, pero muchas de ellas en una situación diferente. La convivencia empezó y con el paso de ésta, las primeras historias comenzaron a suscitarse.

II. Primera historia compartida “el único trabajo”

Celia, 25 años, en su país de origen se graduó como diseñadora gráfica. Entre Celia y yo, por compartir la misma edad, la comunicación fluía de maravilla, recuerdo que fue la primera con la que hablé del proceso migratorio y las implicaciones de estar en un país como éste. Ella, al igual que yo, no está sola, al menos (la palabra soledad en este país no siendo migrante tiene mucho sentido, cuando sí sé es migrante, este estado recobra una sensación de angustia que envuelve el cuerpo y muchas veces paraliza).

Primera conversación, primer turno compartido:

Sofía: ¿Hace cuánto tiempo llegaste?

Celia: Hace 7 meses ¿y vos?

Sofía: Hace 4 meses, ¿te gusta el país?

Celia: Sí, pero las personas suelen ser extrañas en muchas ocasiones…

Sofía: Me imaginó….

Muchas conversaciones siguientes y varios turnos compartidos:

Sofía: ¿Te gusta este trabajo?

Celia: Pues la verdad, no, estoy cansada.

Sofía: ¿Has probado buscando un trabajo diferente, algo en tu área?

Celia: Sí, he mandado miles de veces mi CV, pero, aquí, sí no tienes un nombre o apellido sueco, ni siquiera ven tu CV. A mi mamá no le gusta mi trabajo, dice que está bien para el inicio, pero que ya van muchos meses. Yo no sé cómo explicarle lo difícil que es encontrar un trabajo aquí. También me ha aconsejado que busqué un trabajo on line en mi área, posiblemente en mi país de origen para no perder la práctica ni los conocimientos. Creo que es lo que voy a hacer.

Celia, actualmente ha puesto todo su empeño en crear nuevamente su portfolio y empezar de nuevo con la rueda de la fortuna de encontrar un nuevo trabajo y dejar el actual.

III. Segunda historia, la desesperanza no sólo se ve, también se siente

Pertre, 52 años, profesión: ama de casa, actualmente, limpieza de cuartos para un hotel en Europa.

El turno había terminado, Pertre y yo estábamos sentadas medio escondidas esperando que se llegara la hora para ir a casa. La comunicación era complicada, yo hablo español, inglés y sueco básico, ella habla su idioma de origen y sueco intermedio.

Sofía: ¿Cuánto tiempo tienes trabajando en este hotel?

Pertre: Casi voy a cumplir un año. ¿Y vos?

Sofía: estoy aquí desde verano. ¿tiene familia aquí?

Pertre: Una prima.

Sofía: ¿le gusta este país?

Pertre: mmm, no puedo volver a mi país. Este trabajo es cansado.

Sofía: ¿Dónde aprendió sueco?

Pertre: Cuándo recién vine iba a clases, pero dejé de ir porque necesitaba trabajar, lo poco que aprendí es lo único que utilizo para comunicarme, igual en este hotel hay muchas de mi país.

Ese día, otro colega que trabajaba con nosotras en el mismo piso, la trató mal por no entender unas cosas que preguntaron.

Pertre: Yo ya estoy vieja para aprender, sólo necesito trabajar.

Nuestro turno terminó, Pertre y yo nos hicimos compañía hasta que cruzamos las puertas del hotel.

Pertre: ¡Gracias por trabajar conmigo hoy, Sofía!

Sofía: ¡Gracias a ti, Pertre! ¡Hiciste un gran trabajo!

IV. La formación profesional, termina siendo insuficiente.

Tenía que hacer cuartos en 3 pisos diferentes, estaba corriendo de un lado para el otro, revisando constantemente el horario de los huéspedes que se habían marchado para empezar por esos cuartos. El día estaba casi por finalizar y a mi compañera Natalka aún le hacían falta algunos cuartos para terminar su lista, como yo finalmente había acabado, me ofrecí a ayudar (para mí es importante hacerles sentir a otras mujeres que somos un equipo, es una forma alterna de lidiar con tanta individualidad en esta sociedad). Cuando estábamos empacando los trolleys, me sentía tan frustrada y mi cuerpo hablaba de tanto cansancio que acabé mejor hablando con Natalka sobre mis sentires y cómo este texto ya venía desarrollándose en mi cabeza, pregunté:

Sofía: ¿Te gusta este trabajo?

Natalka: ¿Acaso hay alguien que le guste este trabajo?

Sofía: ¡Tenés razón! ¿Has buscado otro trabajo?

Natalka: Sí, ya voy a cumplir un año en este “shitty work”, pero aún nada.

Sofía: ¿Y has estudiado?

Natalka: Estudié comunicaciones en Rusia y cuándo vine, empecé a estudiar idiomas, ahora puedo inglés y sueco. Ya voy a cumplir un año aquí y he aplicado hasta para ser recepcionista y ni porque ya trabajó aquí me toman en cuenta. Sólo les interesa que tengas cara de sueco, sueca, porque con mis conocimientos del idioma, ya podría estar como recepcionista al menos, pero nada. Te ves bien joven, ¿estudiaste o estás estudiando?

Sofía: Estudié periodismo, también he aplicado a trabajos de mi área y nada.

Natalka: Sí, encontrar un trabajo, me refiero a un trabajo de verdad, aquí es difícil si no tenés un buen contacto o alguien de aquí que te recomiende y eso que aquí las personas no estudian mucho. Pero bueno, vos seguí aplicando, algún día quizás nos va a salir algo. Ojalá no llegues a un año aquí como yo… Incluso, busca plantillas de como hacer un CV. Créeme que no sos la única en esa situación, creo que todxs lxs que trabajamos aquí estamos en esa situación, incluso muchxs ya se resignaron por eso tienen 3,5 o 7 años aquí… A veces, quisiera regresar a mi país, pero no puedo, ni siquiera tengo esa opción, hacer esto todos los días es muy cansado, creo que podría trabajar de algo distinto, pero…

Natalka, 28 años, una licenciatura (4 años) más 2 años aprendiendo inglés y sueco (ambos idiomas los habla fluido).

V. Historias que sólo cobran sentido al migrar…

Estas son apenas una muestra de las muchas respuestas que he recibido de mis colegas de trabajo cuando pregunto acerca de nuestra labor. Respuestas que sin duda alguna retratan historias de vida (iba a escribir “historias de lucha”, pero no voy a romantizar lo duro del proceso migratorio, porque no es nuestra culpa, no es porque nosotras “no luchamos lo suficiente por”, sino es lo cerrado de esta sociedad que no nos permite avanzar).

Cualquiera diría que por lo menos estamos viviendo en Europa, a lo que yo personalmente he llegado a la conclusión de que no vale la pena, muchas abandonamos sueños por vivir, por vivir aquí. Y lo más duro de todo, siempre va a ser que cada día se extraña más. Yo, por ejemplo, extraño a mis papás y mi hermano, a mis amigas, la vida que solía tener. Ahora escribir es lo único que me da esperanzas, aunque muchas veces el cuerpo no me lo permita.

 

Descripción: Esta recopilación, es un poco de lo que se vive al migrar, puede que no solamente sea migrar a Europa, pero lo que sí estoy segura es que cada proceso migratorio es altamente doloroso.

P.D: Estas historias se modificaron al traducir de inglés a español e incluso de sueco, inglés, español. Además, se incluyó lenguaje inclusivo.

 

 

 

[1] Feminista, periodista y cineasta. En el 2012, se acerca al cine comunitario y desde entonces ha participado desde largometrajes hasta cortometrajes, realizando diferentes cargos de producción; También ha escrito y dirigido cortometrajes con enfoque de género que narran las diferentes violencias que enfrentamos las mujeres dentro de la sociedad; En el 2021 creó el Festival Resiliencia Mujeres Salvadoreñas en el Cine, actualmente conocido por: Muestra Mujeres, en el que hasta el momento se encuentra dirigiendo.

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