¿Sobre quién se cayó el metro?

Por Humberto Orígenes

“¿Quién construyó Tebas, la de las siete Puertas?” preguntó Bertolt Brecht ante el obrero que lee. Los obreros o en este caso, los albañiles -el masón de la tradición arquitectónica medieval-, son para el dramaturgo alemán el motor del desarrollo de la humanidad. Ellos son el motor, pero también una posible víctima de sus construcciones; como ejemplo la Gran Muralla China relatada por Kafka. Los gobernantes a su vez se perpetúan a través de edificios en los que nunca participaron, de tal suerte que los faraones son recordados por pirámides que no construyeron con sus propias manos o los presidentes se vanaglorian de obras públicas que, después de inauguradas, jamás volvieron a usar.

¿Cuánta ironía cabe en que un día 3 de mayo, día de la Santa Cruz -mejor conocido como el Día del Albañil-, se haya derrumbado una trabe de la línea 12 del metro de la ciudad de México? Recordemos que la línea 12 es la más reciente: la primera fue construida hace más de cincuenta años. Construida durante el mandato de Marcelo Ebrard, hoy Secretario de Relaciones Exteriores y hombre fuerte del Presidente. En 2017, con Miguel Ángel Mancera en el poder se presumió el mantenimiento a dicha línea. Ese mismo año, después del sismo del diecinueve de septiembre, los vecinos de la zona alertaban por daños a la estructura.

Cuando subes a un tren o cuando abordas un avión no queda más que confiar en la experiencia del piloto o el cuidado de la infraestructura de transporte. ¿Qué puede hacer aquel albañil que utiliza todos los días un metro que él mismo construyó? Descansar después de un día pesado, sin siquiera preguntarse cómo es posible que la línea 12 sea “la de Marcelo Ebrard» y no la suya.

El albañil construye sin la consciencia de estar construyendo su propia tumba. A él no se le aplaude y no se le nombra excepto cuando por una tragedia pasa a formar parte de un listado de cuerpos perdidos y encontrados. En Tebas los muros no llevan los nombres de quienes los labraron, así como las líneas del metro sólo llevan el nombre de quien era autoridad política en el momento de la inauguración.

Hasta el momento en que escribo estas líneas van 15 muertos y 34 hospitalizados, según reportó la gobernadora de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Se publicó un listado de ciudadanos ingresados a hospitales: Algunos con fractura de fémur, uno con trauma abdominal y la mayoría entra en la categoría de politraumatizados.

En una época en la que los nombres se difuminan en la muchedumbre, vale la pena nombrar a Brandon Hernández Tapia de 13 años, porque su madre no lo encuentra. A Tania Lezama Salgado porque terminó en el hospital y tuvo que esperar media hora para que sus familiares llegaran a autorizar la cirugía, a su hermana Nancy porque sigue desaparecida. Al albañil, al obrero, al adolescente atrevido, al microempresario que tenía prisa por ver a su esposa.

Los mató la corrupción, la negligencia, las cosas hechas a la carrera porque es de pobres usar el metro. Los mató quien se niega a dignificar el transporte público. Quien solamente se preocupa por la placa metálica que llevará su nombre. Los mata quien se atreve a ignorarlos y olvidarlos.

El metro hoy se convirtió en una metáfora de la 4T. Un movimiento que corre por los cielos sin base sólida en la cual sostenerse; construida con materiales deficientes, reciclados pues importa más la fachada que el funcionamiento. Hoy Ebrard deberá afrontar el costo político de su negligencia. Hoy Mancera no debe ser olvidado sino castigado por su ineptitud. Hoy Sheinbaum debe ser duramente juzgada por su inacción. Y no acaba ahí.

¿Con qué materiales construyen sus obras las empresas de uno de los más grandes contratistas del país como lo es Carlos Slim? Él participó en esta obra tanto como participó en la construcción de aquel tramo carretero que culminó en socavón ¿qué tan seguros estamos los mexicanos cuando nos subimos a un tren?

 

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