Invitación a las emociones: Al final, ni siquiera la hamburguesa es siempre la misma

Puebla… La resistencia… un sitio que alberga una puesta en escena lista para nuestra generación sin seguridad social ni derecho a la vivienda. Una generación que guardó sus más obscenos ideales detrás de un trabajo estable. Nos chingamos algo más que la rodilla, pero no la risa.

En Kikiri King. Disertaciones sobre la hamburguesa de pollo entramos en territorios mentales. Nos quedan los recuerdos, reflexiones en torno a la vida, el sentido que quizá no tiene, pero le vamos dando a través de la memoria, escenas tergiversadas por el dispositivo de protección que es nuestro cerebro, lugar de las invenciones, los pensamientos en bucle, mandalas de la rutina y vacíos como marcas de la concreción que hace a la muerte.

Qué otra cosa es la memoria además de imágenes mentales, sonidos, diálogos que pocas veces fueron de esa manera. La memoria emocional es extraída, puesta en marcha en medio del tiempo muerto en que ves pasar comanda tras comanda y recoges tus propinas. “Esta obra le gustaría a mi hermano”, me imagino, lo escribo y pienso en borrarlo con temor a que lo lea. Esta obra me gustaría a mí, me recordó la vez que escribí un poema sobre los pensamientos que no pagan renta en mi cabeza, dando pasos ruidosos de una habitación a otra, mientras yo esperaba sentada en una silla incómoda la entrada de la siguiente orden de hamburguesa con papas o ensalada en un lugar de cortes argentinos. Sí, fue sarcasmo, pero no mío, de la vida, del tedio, de la sutil oportunidad de llenarte de reflexiones sobre la existencia y los cariños, habitando las horas interminables de cada nuevo turno por cumplir.

La invitación es a dejarse conmover. Expongo un poquito de tripas de la experiencia que casi consigue una lágrima que tragué junto a mi último bocado de hamburguesa tras una frase que sí me dolió mucho y no voy a dejar que ustedes sepan. Pienso esperar a que cada quién asista a la función y elija la suya, su cachito de dolor y ternura que atraviesa el puñado de carcajadas que la obra suscita. La integración del público es sentido fundamental, dejar de ser espectadores inmóviles, dócilmente acostumbrados a la quietud de las butacas, al silencio sepulcral, al “prohibido ingresar alimentos a la sala”, a la solemnidad que la ritualidad de las prácticas de la alta cultural nos exige. Cada vez me gusta más el teatro que rompe límites, paredes, convenciones en escena, por eso nos invito.

Y en medio de todo, la pregunta: Cómo crear dramaturgias, textos, poemas que sean tan ambivalentes y confrontativos —sin necesidad de convertirse en apologías de la violencia— como la vida llena de contradicciones y emociones no lineales, más bien agolpadas: risa, melancolía, desesperación y más risa. La pregunta está en el aire, moneda tirada al viento en esta apuesta por seguir haciendo teatro con Kikiri King, escrita y actuada por Israel Sosa y Emmanuel Zavala, con la dirección y los controles de cierta materialidad inmersiva de Yonatan Ramírez. Si quieren una respuesta en vivo, transiten el trazo reticular de esta ciudad hacia el oriente en Privada 6-A Ote. 2805, Col. Resurgimiento, para hallar la Resistencia, foro emergente. Quedan tres funciones más, los días 12, 13 y 14 de septiembre a las 8 pm.

 

 

 

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