Introducción
Por Miguel García
Si el tango ha merecido la atención del público y de la crítica en distintos ámbitos de análisis a lo largo de la historia es porque, a pesar de haber nacido como expresión popular menor, ha alcanzado un nivel altísimo de desarrollo y progreso en todas las artes que lo conforman.
El corpus de las letras de tango es uno de los más diversos y complejos. Inclusive, la frontera entre lo popular y lo académico, entre la poesía de canción y la poesía de libro, llega a difuminarse cuando confrontamos las ideas estéticas de autores del canon con las de los tangueros. Infinidad de estudios literarios han demostrado que las expresiones del tango están a la par de las canónicas, manifiestan un avanzado progreso y calidad artística, sin perder su cercanía con la gente al ser cantadas.
Dadas las condiciones de la sociedad, la mayoría de los creadores han sido hombres. Al escuchar o leer los versos de los tangos, encontramos representados los pensamientos, sentimientos e intenciones masculinas, voz dominante del sistema patriarcal. El tango es un cronista, un narrador, un portavoz. Más allá de la visión de quienes se encargaron de crear los temas y canciones, el tango es una sensibilidad, un estado del alma afín a todo el mundo. Tachar al tango de machista sería como culpar al mensajero por traer malas noticias; no es machista el tango, sino las personas que participan y se sienten cómodas en ese sistema, y dentro de éste han creado expresiones artísticas que ayudan a sostenerlo a nivel simbólico.
Sin embargo —así como en todos los ámbitos de la cultura, el arte y la ciencia—, en medio de este predominio de la voz masculina que canta, las mujeres se atrevieron a abrirse paso y a hacerlo también; dejaron de ser musas para convertirse en creadoras, lo cual constituye un tremendo acto de rebeldía. Justo por el carácter mal reputado del tango en comparación con las manifestaciones literarias y musicales de academia, al menos en las primeras décadas del siglo XX, algunas de nuestras artistas se ocultaban tras el anonimato o un pseudónimo. La historia silenció por mucho tiempo su presencia y su aporte importantísimo, por ello nos disponemos a visibilizar su labor creativa.
Hemos elegido 15 letras de tango escritas por mujeres de antes y de hoy, de Argentina y de México —¡sí, autoras de tango mexicanas!, el respeto y el amor por el tango no conoce fronteras—, con algunos datos de las autoras, una lectura atenta de sus versos y sugerencias de registros videográficos y discográficos para poder disfrutarlas mejor. Buscamos dejar patente de la diversidad de estilos, temas, recursos, perspectivas y motivos. Cabe señalar que el orden de las entregas no representa jerarquías de ningún tipo.
