Claudia Sheinbaum, exigir justicia JAMÁS será una provocación

Foto tomada de La Neta Noticias

Por Ximena Cobos CRUZ

Repudiada y tibia Claudia Sheinbaum:

Exigir justicia no es provocación. De verdad que no tengo ni idea en qué cabeza cabe eso que has declarado firme e impávida ante las cámaras si no es en una mente clasista y falta de consciencia de género. Sin embargo, desde la digna rabia, voy a dirigirme a ti aunque no escuches, porque últimamente has demostrado que no sabes hacerlo.

En el mundo entero existe una deuda histórica con las mujeres que se quiere resarcir desde un discursito caído en el lugar común, en la fórmula, sobre todo cuando lo usan servidores públicos en mensajes fabricados para ser televisados y cubrirse la espalda o limpiar la mierda que hay detrás, y no desde la auténtica reflexión sobre el problema de violencia estructural, antes bien, para mantener contentos a sectores que parecen representar un riesgo para esa estabilidad que tanto les gusta aparentar que existe. Justo como tú, Claudia, lo hiciste luego de que muchas, todas, gritáramos en nuestras casas, en redes y en muchos lados, enojadas y ofendidas por tus palabras que representan una afrenta hacia cada mujer indignada ―que ya somos todas―. Muy vestidita sobriamente, enfundada en un negro diferente al que nosotras usamos en las calles cuando salimos a gritar por la justicia que no llega y se nos debe, sostuviste que “la violencia contra las mujeres, niñas y niños, es inadmisible e inaceptable. Violenta nuestra vida, nuestra libertad y nuestro proyecto de vida. En este gobierno, no estoy dispuesta a tolerarlo”.

Cuántas veces habremos escuchado ya palabras similares, una estructura discursiva exactamente así plasmada. Te informo que las que estamos aquí afuera también nos preparamos, estudiamos, leemos, nos construimos y ayudamos a la construcción de la otra en un pensamiento crítico y una postura política, porque eso es el feminismo; no somos chamaquitas enojadas haciendo destrozos a lo menso. Sabemos lo fácil que es incorporar al discurso una postura que cubra lo que la otra quiere escuchar. No nos ofendas más. La CDMX ―y esa fosa clandestina enorme llamada México― tiene esa misma deuda con las mujeres, una deuda arrastrada por todos los gobiernos anteriores que no supieron resolver ni parar los feminicidios en Ciudad Juárez ni en el Estado de México, que rechazaron la alerta de género en la capital y que se han visto inútiles al no declarar la alerta a nivel nacional, ni tener personal realmente capacitado para que esas alertas funcionen.

Tú sabes, por todo el proceso que representó esa última estrategia de campaña para que Morena y Andrés Manuel López Obrador lograran ganar legítima y legalmente la lucha por el poder político e institucional, que se necesita el apoyo de la sociedad civil, de esa misma de la que nosotras, las enojadas, indignadas y en pie de lucha, somos parte. Reconoce de una vez que la única manera de ser un gobierno diferente a los anteriores es pagando esa deuda y no criminalizando nuestras protestas al sostener que “[los manifestantes] querían que el gobierno utilizara métodos violentos igual que las que ellos utilizaron”. Y déjame señalarte aquí, otra vez, tu falta de conciencia de género, tu nula preparación expuesta al no reconocer que esa masa iracunda éramos nosotras, un nosotras que a como dé lugar vamos a hacer que nombres. Discúlpate de una vez, Claudia, no salgas con más declaraciones risibles, torpes, señalando de infiltradas a esas que al romper aquella puerta consumaron en un acto pequeñito de justicia poética lo que todas deseamos ver: la caída del patriarcado junto con sus instituciones, y que nos hicieron sentir el corazón latiendo de orgullo y más digna rabia.

Te voy a explicar porque de verdad que no estás entendiendo nada.

Cuando aquellos que se supone deben velar por la protección de tus derechos y garantizar el respeto a tu vida y tu integridad son los que violentan, transgreden y toman nuestros cuerpos abusando de detentar el uso legítimo de la violencia, la lucha no puede ser pacífica. No hay otra manera de responder que no sea la violencia; por ello, vamos a seguir preparándonos, practicando autodefensa y cuidándonos entre nosotras. Vamos a morir peleando, de ser necesario, no se podrá decir que no luchamos con cada fibra, cada músculo y cada hueso por el respeto a nuestra dignidad y nuestro irrefutable derecho a una vida libre de violencia. Vamos a romper todo lo que sea necesario, porque esas puertas, esas paredes, esas estructuras de concreto que se dañaron durante la protesta ―sí, protesta, reconócelo de una vez― son el símbolo de la única respuesta posible: la lucha cuerpo a cuerpo.  

 No necesitamos de tu enumeración de acciones planeadas desde el inicio de tu administración para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres y niñas, no somos fáciles de callar, ni mucho menos nos conformamos con informes escuetos, superficiales. Queremos que la siguiente vez que salgas a hacer declaraciones des cuenta de acciones concretas e inmediatas que atiendan los más recientes casos de abuso cometidos contra mujeres por parte de los policías, algunas de ellas menores edad, es decir, mujeres que deberían estar creciendo en un contexto diferente al de la violencia física y verbal que parece haberse activado como mecanismo para regresar a las nuevas generaciones de mujeres en lucha a los espacios de lo privado, encerradas y ocultas. Cesar o suspender a los elementos no es una solución real cuando aquello implica dejarlos en las calles con sus contactos y relaciones con más hombres violentos educados en el pacto patriarcal. A los violadores, con todo y la legal presunción de inocencia, los queremos en los reclusorios, fuera de las calles, los transportes y las noches en que regresamos a casa. 

Limpia tu policía no es ya una demanda legítima, es hoy una exigencia firme de las ciudadanas a las que te debes. Tus faltas hacia nosotras tendrán un costo político que va a pesarte en el futuro, aunque no lo creas o no tengas asesoras ―sí, asesoras― que te lo expliquen. Lo mínimo que puedes hacer en lugar de salir a decir que el proceso sigue abierto como una forma torpe de negar que esos cerdos indignos están libres en las calles nuevamente, luego de que ―reconocido ya por Orta― se filtrara información de la menor denunciante que pone en peligro a ella y su familia, es empezar a diseñar lo más rápido posible un protocolo que tome en cuenta agravantes como la filtración de información para que los casos sigan abiertos y el proceso tenga seguimiento aun cuando la parte acusadora desista. Las normas están abiertas a la interpretación de los jueces, seguir un debido proceso no puede estar por encima de proteger a las ciudadanas cuando los acusados son parte de un aparato del gobierno al que se le permite usar la fuerza física. Nadie te está pidiendo la fabricación de culpables, no te confundas, no queremos chivos expiatorios ni cabezas cortadas para satisfacer nuestra sed bárbara de odio. Nuestro coraje no es irracional, lo que queremos es justicia, la garantía de que los agresores serán castigados, porque de las calles nadie va a sacarnos a nosotras.  

      

 

 

 

 

 

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