Manifiesto desde el Antropoceno | Narrativa

¿Qué nos depara el futuro que no hayamos visto ya?

 

Por Marco Antonio Hernández[1]

¿Quién soy yo para creer que el tiempo es una razón absoluta para militar en los claroscuros de la vida?

¿Quién soy yo para pretender que transito por el sendero de lo moralmente correcto, de la ética autoimpuesta por el destino manifiesto?

Doy un paso, luego el otro. Camino, busco el destino que me corresponde vivir. Asisto al desequilibrio de las sensaciones vacuas, el vacío de lo que funciona por sí solo.

La vida transcurre en piloto automático, mientras una inteligencia artificial construye escenarios de lo posible, buscando en una base de datos todo el conocimiento dado por la experiencia humana, cuya última actualización se dio al salir del estado de naturaleza.

Me he quedado sin respuestas y las circunstancias ameritan un reencuentro con mi otredad.

¿Dónde ha quedado el justo medio de mis esperanzas?

Me ubico en el caos democrático, asfixiado por un eterno trámite burocrático que me garantiza una sola cosa: el eterno retorno.

Zigzagueo, de derecha a izquierda. Milito, resucito, elimino y transformo. Es hora del cambio, me digo. Continuidad, regresemos a la era dorada de lo inaudito. Ahí viene el futuro, disfrazado de presente para confundirse con el pasado participio.

Cabalgando la desigualdad, veo llegar al libre mercado. Delgaducho, engreído, demacrado. Su cirugía neoliberal le ha deformado sus cimientos. Dejen pasar, dejen hacer, grita a los cuatro vientos.

Viaja de puerto en puerto, como el siete mares. Quién diría que está casi muerto.

 

Un peligro acecha al mundo libre, dice.

Ha sido testigo del demonio del socialismo, se hunde en el terror. Con dramatismo quijotesco enuncia los pecados que ha cometido dicho sistema.

Riqueza para los pobres, se horroriza.

Justicia para el desprotegido, dice incréLeer más

Christian J. Kanahuaty | Poemas

Christian J. Kanahuaty. (Bolivia, 1982). Su obra comprende cuatro novelas. Invierno (2010), Te odio (2011), Familiar (2019) y Paisaje (2020). Cuatro libros de cuentos: Cortas detonaciones (2008), El mareo (2008), Museo (2010) y No quedan días de verano (2015). Junto a la producción de ficción están los siguientes libros de ensayos, Ensayos de memoria (2014), Bolivia. El campo académico, cultural y estético (2016), Distorsiones del colonialismo (2018) y Roberto Bolaño. Una apropiación (2020). Es también el antologador y prologuista del libro Bajo la soledad del neón. Antología de cuento contemporáneo de América latina, que tiene dos ediciones, una en Bolivia (2020) y otra en Ecuador de 2021.

 

 

 

Meditación para los padres muertos

 

El padre anclado en la memoria

es un horizonte sin nombre.

Cargando un apellido

cualquiera pone flores sobre la mesa

pero sólo uno amasa el pan.

 

Escapamos de la guerra

atravesando continentes

y en mares de peligro.

 

Escribimos cartas

que mañana arrojarán

a las hoguerasLeer más

Monstruo | Narrativa

Por Andrea Valdés[1]

 

Barrer el cuarto.

Alimentarlo.

Dejarle agua.

Limpiarle la cubeta.

Revisar que tenga su pelota.

 

Tenía claro lo que había que hacer con el monstruo, pero me gustaba repasar la lista de actividades diarias, ¿sabes? era parte de mi ritual matutino. Después de levantarme, siempre hacía lo mismo: preparaba el café, repasaba la lista que se encontraba pegado en un pedazo de imán en la nevera, me cambiaba de ropa y salía a trabajar.

La lista la había colocado cuando atrapé al monstruo. Mantenerlo con vida era agotador; buena parte de mi tiempo y mis pensamientos los destinaba a la sobrevivencia de ese despreciable ser vivo. Mantenerlo con vida requería disciplina y conservar el trabajo de mierda en el supermercado como encargada del pasillo de limpieza personal y papel higiénico.

Toda mi vida había vivido en este pueblo, no conocía otra cosa. Nunca fui mucho de hablar con las personas, ni de tener amigos; me daban miedo, pensé que todos eran como el monstruo, y la verdad es que sí son así. Me gustaba estar sola y dedicarme a cuidarlo. Después de tres meses, empezó a ponerse flaquito y ojeroso. Por suerte, no enfermó mucho durante ese tiempo, porque sabrás que tenerlo enfermo era horrible, se ponía como un pinche chamaco malcriado cuando se sentía mal. Me costaba mucho darle la medicina; solía ponerla en un rollito de jamón o mezclarla en la comida para que la tomara. En un par de veces le tuve que poner clonazepam en el agua para que cayera dormido y me dejara inyectarle el antibiótico.

Con los años se volvió más mansito, ¡Hija de puta, te vas a arrepentir! Me decía, eres igual de putita que tu madre, por eso te culeaba, me decía. Nunca le respondí, a esto me refiero también a ser disciplinada, desde que lo metí a la jaula, jamás le dirigí la palabra. Ya te imaginarás que a veces quería decirle que me había jodido la vida y que no podía coger con nadie porque me daba miedo, que no me fiaba de nadie porque pensaba que me iba a doler como cuando se acostaba en mi cama; pero no, aguanté y aguanté, nunca le dije Leer más

Ixchel Paz | Enpoli

Ixchel Alejandra Paz Sánchez (Ciudad de México, 1992). Estudió la carrera de psicología en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. Además de dedicarse a la escritura creativa, Ixchel también es apasionada de las artes plásticas y del psicoanálisis, sus intereses creativos responden a una serie de inquietudes propias sobre la locura, la melancolía y la contemplación de los espacios naturales.

 

2011

La ciudad gris, nubes grises, suelo gris, las hojas palidecen, ya no galopan sobre el viento, caen por montones sobre los coches, formando un mar de cuerpos, la tarde se para por un segundo para mirar los rostros cansados, rostros desvanecidos, formas que se acarician en el trayecto, penas que buscan ser consoladas, animales heridos en búsqueda de cariño salen al amanecer caminando junto a la eterna compañía, sombra gris, plana, tremendamente escurridiza, ojalá tomaras cuerpo, la noche cae entre los edificios, la luna iluminando agujeros, el vacío de las miradas ancladas al suelo, el óxido en las coladeras, los deseos se salen de la cuadrícula, la carne se desborda entre rendijas, líneas por doquier rodeando los cuellos, las personas corren, corren pero nunca llegan.

 

 

 Un significante más otro significante

Dimensión de dos, dedos cubren las entrañas, un pozo al interior de un cuerpo, oigo tu voz en el fondo, tubos de pensamiento impregnados de humedad y musgo, de tu frescor de hierbas y campo abierto, abiertos mis labios al nombrarte con ojos atraídos por tu especLeer más

Vuelta de Hoja… | Narrativa

Por Sylvette Cabrera Nieves[1]

 

“Debemos aprender que con el tiempo las cosas camban
y las manos sueltan, que cerrando ciclos se abren nuevos”.
-Rafael Cabaliere- 

 

Mabel se siente profundamente agradecida y en paz mientras observa la lluvia intermitente a través del ventanal de la sala. Suelta, al fin, el lastre de las cruces de su longevo calvario. Se mira coqueta en el espejo del tocador mientras se acaricia las cansadas canas cuando decide peinarlas hacia atrás con estilo. Asimismo, escudriña la suma de más arrugas en su cara, pero sonríe feliz.

Se acaba de mudar a un acogedor apartamento aledaño a la majestuosa e icónica Basílica Menor Nuestra Señora de la Monserrate en Hormigueros. Edificación típica del siglo XIX que parece detenida en el tiempo y rodeada de altos cipreses, canarias, y trinitarias; cuyo camino hasta la puerta principal está cubierto de ladrillos rojos y brillantes mosaicos. Lugar con tanta magia como historia de milagros. En aquel instante le hubiese gustado ser como el mejor pintor del mundo para reproducir esa singular belleza que la rodeaba bien fuera en óleo o acuarela, pero con los vibrantes colores de Van Gogh.

En su vida ha tenido pocos hechos importantes o decisivos que asumir, pues alguien siempre lo hacía por ella, y por tanto no conocía bien cómo afrontarlos, mejor dicho, cómo disfrutarlos como ahora. Su vida de mujer soltera recién comienza. Es la primera vez que reside sola en un nuevo Leer más

Amelia Apolinario | Poemas

Amelia Apolinario (Cuba, 1997) Miembro de la AHS. Egresada del XX curso del Centro Onelio Jorge Cardoso. Premio Benigno Vázquez 2024. Mención en el Concurso Berenice 2024. Su proyecto “Torres y escamas” obtuvo la beca La Noche 2023. Premio Mabuya 2022. Miembro del colectivo ganador de la Beca Línea Abierta 2021. Autora del poemario “Mujer de tinta” publicado por la editorial Primigenios. Cuentos y poemas suyos han sido publicados en antologías y revistas nacionales y extranjeras.

 

 

 

I

Muero un poco más cada sábado

cuando la falsa ambrosía

                                        anestesia al hueso buitre de Adán.

Dios salve a las discípulas de Prometeo

que, para comer, antes son devoradas.

Con la práctica,

el llanto se hace trino,

eutanasia de un Fénix

polar.

 

 

 

VIII

Pendo ensartada a una luna

de garfio.

Mis lágrimas de acuarLeer más

Laura Altamura | Poemas

Il mendicante

Le ossa mendiche

la vita un mazzo di carte

sul marciapiede di sputi e briciole

mai un asso vincente.

Qualche moneta

la sua vita vale

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Laura Altamura (1975). Es doctora en Derecho. Actualmente vive con su familia a pocos pasos de Udine, donde dedica su tiempo libre al cuidado y apoyo de gatos callejeros. Ha escrito de forma intermitente desde su infancia, publica en revistas y participa en concursos literarios, logrando a menudo menciones honoríficas o premios. A partir de 2020 comenzó a publicar de forma independiente o con editoriales. Tiene colecciones de poesía y libros para niños, novelas. “Versi Spettinati” (In Prosa Edizioni) es su último poemario. Su novela social sobre bullying y discapacidad, “Connessioni sommerse”, recibió el premio reconocimiento “El Libro del Año 2023” por la Asociación Área de Cultura. Su mayor pasión es la poesía, en rima o en versos libres, donde trata argumentos sociales, denunciando las cuestiones críticas de hoy, a veces en modo abstracto y metafísico, a veces íntimo y profunda y, en algunos casos, incluso usando una manera cáustica y cortante en la observación de una humanidad que entra en desorden. Para ella, el bolígrafo es una herramienta para conectarse con los mil mundos que existen dentro y fuera de nosotros. Más información en https://lauraaltamura.wordpress.com/

 

El mendigo

Los huesos mendigantes

la vida es una baraja de cartas

en la acera de saliva y migajas

nunca un as ganador.

Pocas monedas

su vida no vale

ni una mirada más

un manojo de trapos escurridos.

Pocos amores

rápidos, sucios, alcohólicos.

Amargos,

excepto uno.

Una foto amarillenta

en el bolsillo – cabina íntima y vacía –

descompuesta

por el peso de una cara de leche.

Desde el parqueo del centro comercial

un gritillo alegre «papá»

lo distrae,

recoge un flashback y se solidifica,

suspendido en el aire,

luego se desliza entre los carros de supermercado,

en el frío de treinta años perdidos

dejados atrás

de tímidos secretos.

Pasajes anónimos a las rejas

de la escuela los días de los recitales.

La mirada cose el dobladillo de los recuerdos

más allá de la acera

de colillas y desperdicios

y luces navideñas de la Navidad ajena.

Amores solo uno.

Creciendo, nunca los ha tenido.

Denegados.

Peregrinar

Vengo a decirte

que

en el paso ilimitado

del peregrinar

entre adoquinadas opacas

y oscuras tintas de oraciones,

sigo buscando el “Lugar

del eterno descanso”.

Mientras tanto, en el camino

me agaché para recoger

los musgos de noviembre,

y los coloqué ahí

entre los ojos del silencio

y la boca del Kyrie Eleison.

Vengo a decirte que el camino

es espeso,

y aunque si las heladas piernas de piedra

se impregnen de notas terrosas

de avenidas arboladas otoñales

cuando se excava para hibernar,

tú ya no puedes protegerme.

Pero me las arreglo, ¿sabes?

Por esto,

vengo a decirte que me dejes ir,

que me sostiene el buen soplo

que tú no puedes ver,

de lento ir y seguro devenir,

me sostiene el abrazo invisible sin límites.

Tú no me detengas

entre objetos y resistencias,

preguntas y opiniones,

juicios y culpas,

entre ideas de cuerpo y estigma.

Vengo a decirte que, si sueltas mi mano,

pronto estaré en el patio

inefable y podré descansar,

y luego,

finalmente,

asomarme y susurrarte, «no tengas miedo».

Il mendicante

Le ossa mendiche

la vita un mazzo di carte

sul marciapiede di sputi e briciole

mai un asso vincente.

Qualche moneta

la sua vita vale

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