Violencia Parra (Diego Medina) Poeta y activista LGBTTTIQ. Ha sido publicado en antologías como Poesía Trans No Binarie, de Puntos Suspensivos Ediciones; MORFO, de Editorial Criptomórfica. Su poemario Prometeo ganó el segundo lugar del IX Concurso Internacional de Poesía Caminos de la Libertad. Actualmente coordina el Eslam Cuir de Poesía, el cual fundó junto a Editorial Versonautas. También es maestro pokémon nivel 33 y un amante de la cultura pop y el nesquik de fresa.
Reloj solar
Yo no confío en los valientes
porque siempre van armados,
no es extraño verlos en motonetas por el barrio,
fueron mis compañeros de primaria
y ahora son sicarios.
(“Tienen, por eso no lloran,
de plomo las calaveras”)
El ocaso pinta de rojo los trenes de la bestia
y a las aves migratorias,
la noche las ilumina como un relámpago
su plumaje sin papeles.
¿No es algo absurda la idea de prenderle fuego al sol?
(un gitano en caravana,
por muy estrella que sea,
sólo es un disparo al aire)
El viento, curioso trofeo del polvo, murmura su evangelio
mientras el vocho de la nota roja
hace que doblen las campanas
y aunque la luna no se duerme
y las calles ya no alumbran
se oye que “a lo lejos alguien canta”
porque no hemos odiado lo suficiente
para dejar de ser víctimas
y bautizarnos victimarios.
(los desaparecidos
se olvidan cuando es día de feria
y los cuetes truenan con sabor a algodón de azúcar)
Todavía nos queda la piedra de los sacrificios,
la venganza de seguir vivos,
aunque los narcos se disputen mi ciudad
como si fuera una pelea de perros
entre los Montesco y los Capuleto,
ellos son la prueba de que no hay valientes
que no vayan armados.
(hoy he pensado mucho en la palabra hipocresía
y en los suicidas que juegan a la ruleta rusa)
Mi casa no es mi cuerpo,
son las calles arañadas,
los baldíos, depositarios de la diosa de los desechos,
los canales de agua sucia abiertos como heridas,
mi casa es la suma de mentiras y muertos
que hacen de himno al establo de México.
(Cuando no tengo ganas de salir
no basta con cerrar la puerta,
porque afuera llueve sangre
y en mi techo hay goteras)
En mi pueblo también hay maricas,
usan pelucas y tienen estéticas,
pero los fanáticos de la hombría
les cortan a navaja limpia la sonrisa,
para probarse que no les gustó probar.
(no vaya a ser que el diablo se les aparezca en plena misa)
En San José del Jaral
no hay nada interesante que contar,
los días vuelan,
(aves de rapiña)
y abajo las sombras de los niños
marcan el paso de las horas,
envejecidas y silenciosas,
con la indiferencia de la muerte,
mañana Sísifo lanzará su piedra de nuevo
para que el reloj de sol despierte con la alondra.
No me falta de
sólo hay que subir el switch
después de la tormenta…