Por Mario Antonio Pérez Mendo[1]
Dos conceptos
Si partimos del supuesto de que nuestra educación es un aparato ideológico, ya estaríamos reconociendo que no se ha avanzado nada durante nuestros años de modernidad y globalización en el campo educativo, y que estamos todavía en manos y control de los gobiernos en turno, junto a empresarios capitalistas que también influyen en la formación y creación de los modelos educativos. Por otro lado, si se tratase de una educación reproductora, tampoco sería algo alentador, pues lejos de desear que la educación se encargarse de reproducir nuestros valores como sociedad y sus esquemas, lo que se requiere es apostar por una educación innovadora y transformadora por lo que estos conceptos, aunque no sean alentadores, vale la pena distinguirlos.
El artículo tercero de la constitución establece que la educación en México debe ser universal, obligatoria, gratuita, laica e inclusiva. Ya a partir de aquí podemos ver que al menos un aparato ideológico (la iglesia) está excluido de las intensiones del Estado, pues el artículo hace referencia a la laicidad de la educación, pero también menciona que debe ser universal, es decir, adaptarse a las circunstancias y necesidades globales; dista entonces de obedecer una ideología preferente. Ahora bien, el órgano encargado del sistema educativo es la Secretaría de Educación Pública que, por su puesto, es un aparato del Estado, y de ese órgano dependen los modelos educativos aplicables y los contenidos, por tanto, pudiéramos decir que a través de estos contenidos es posible la filtración de ideologías que tanto tememos.
Hay que recordar que a principios de siglo XX, con el gobierno de Lázaro Cárdenas ya se había instaurado una educación de tipo socialista, pero que no duró mucho tiempo debido al auge capitalista de la sociedad y su inclinación por esta corriente económica (Montes de Oca, 2008). Por tanto, los objetivos planteados en ese entonces no coincidían con la realidad social mexicana, pero sí con las ideas sociales emergidas de la revolución mexicana e ideas radicales y revolucionarias tomadas de varios personajes de esos años.
¿Qué ha reflejado nuestra educación?
En medio del periodo neoliberal, en 1992, se reformó la educación básica y normal porque se buscaba modernizar los contenidos y ponerlos a la par de los cambios económicos y políticos de la época. Los nuevos discursos sobre educación en el mundo, la ampliación de cobertura y cambios culturales, hicieron que los países en vías de desarrollo, como México, no se quedaran atrás en su sistema educativo respecto a los países desarrollados. Fue con Carlos Salinas de Gortari que se buscó una modificación que ya empezaba a verse un sexenio atrás (Zorrilla & Barba, 2008). Sin embargo, en los años ochenta ya se había realizado una reforma con ideas de autodeterminación académica, es así, que no pasaron años suficientes entre una y otra, como tampoco ocurrió con la de Carlos Salinas y la de Enrique Peña Nieto (2013), pues sería hasta nuestra actualidad (2022) que estuviésemos viendo los resultados de la reforma de los noventa con 20 años como métrica, sin embargo, no ha ocurrido.
Lamentablemente, la reforma del 2013 tampoco se llevó a cabo ni seis años completos porque el nuevo gobierno (2018 – 2024) lanzó una contrarreforma por considerar a la anterior una reforma laboral, más que educativa. De esta manera, no podemos decir si la anterior funcionó o no, porque no tuvo mucho tiempo de vigencia debido a estos cambios políticos. Del mismo modo, la reforma actual sufriría un destino similar si se llevan a cabo alternancias políticas contrastantes, y finalmente, los perjudicados serán las nuevas generaciones de estudiantes que experimentarían diversos cambios durante su formación y desarrollo. Es por eso que, en cuanto a reformas, no podemos todavía analizar los resultados y sacar consecuencias, solamente nos limitamos a analizar las propuestas y observar su viabilidad.
La reforma del 2013 ponía al alumno al centro del sistema educativo, haciendo más énfasis en los aprendizajes que en los métodos de enseñanza. Para ver estos cambios profundos la reforma debió seguir su curso, pero como ya se ha mencionado, fue derogada por el gobierno entrante debido a, entre otras cosas, el descontento general por varios maestros y actores educativos por las nuevas formas de evaluación y acreditación docente (ahmed, 2016). Quejas y denuncias que el nuevo gobierno tomó como promesa de resarcir en cuanto llegara al poder y que así lo cumplió, dejando a un lado las discusiones reales sobre aspectos educativos.
Teniendo en cuenta esto, debemos descartar que la educación en México, como aparato ideológico, al menos no ha florecido porque no se ha llevado a cabo un modelo ideológico cabalmente. Respecto a la Nueva Escuela Mexicana, que también acusan de ideológica y antineoliberal, tampoco podemos ver sus manos negras en las aulas porque la pandemia afectó fuertemente las maneras en que se lleva acabo la enseñanza, dejando entrever otros problemas como la gran desigualdad que existe entre las clases sociales, no obstante, el nuevo modelo educativo no contemplaba (ni contempla) esta coyuntura; tampoco existen aún estudios por parte de autoridades educativas que nos digan cómo han sido estos cambios bruscos en la educación a causa de la emergencia sanitaria, cuánto se ha perdido y en qué se ha avanzado; cuánta deserción hay y cómo se pretende resarcir el atraso educativo. Mientras esperamos estos datos, todavía pretendemos cargar la mano a los docentes y padres de familia para los procesos educativos.
Ahora bien, en cuanto a la educación como reproductora parece que se asemeja más a nuestra realidad y que ha sido inevitable este proceso. Las escuelas y las instituciones siempre son un reflejo de la sociedad que, aunque busque cambiarla y mejorarla, no puede evitar su influencia; los cambios económicos, demográficos, culturales y políticos, por mencionar algunos, influyen en la conformación de contenidos, comportamientos y formas de enseñanza dentro del aula. Por lo tanto, queda en los docentes, en su criterio y su capacidad de innovación, generar y desarrollar estrategias que si bien no vayan en contra de la sociedad y sus costumbres, sí sean encaminadas al desarrollo individual de los alumnos, propiciando en ellos curiosidad, razonamientos, intereses, desarrollo de talento, búsqueda de verdades, planteamiento de objetivos, etc., con el fin de crear adultos mejor preparados para el futuro.
La escuela, por lo tanto, parece seguir reproduciendo nuestros valores existentes, pero, por otro lado, también las ideas capitalistas. De esta forma, los alumnos egresados se moldean a las exigencias laborales y deben estar preparados para emplearse, dejar a un lado sus talentos a los que no le ven demanda y fijarse en las expectativas económicas del mundo actual.
¿Qué se espera en el campo educativo?
Falta mucho camino para una educación transformadora e innovadora que resulte en sujetos con criterio y análisis de su realidad social. Mientras el inevitable monstruo capitalista impere en nuestra sociedad, las escuelas seguirán vomitando mano de obra y no individuos con desarrollo y potencial. Hoy en día, hay talentos que ya no tienen un interés ni función en los mercados, se utiliza la capacidad de emplearte como un engranaje más o la intención de convertirte en un patrón para no ser el explotado, sino estar a un paso de convertirte en el explotador.
No hace falta que el Estado nos controle a través de contenidos educativos o modelos, pues el Estado muchas veces ya es controlado por otros intereses y obedecen a aspectos económicos, quieran o no, porque han preferido ver por el crecimiento y no por el desarrollo. Pero para tener un buen desarrollo hay que invertir cabalmente en educación.
Seguimos esperando que una reforma, un modelo, un sistema aparezca y que sea realmente educativo y no con tintes políticos, económicos o laborales, sino íntegramente académicos. Así, empezaremos una nueva era en cuanto a nuestra historia educativa. Lo cierto es que, pocos mandatarios y políticos se atreven a apostar por este camino, pues el resultado positivo que arroje este cambio profundo no se verá durante su gobierno, sino necesariamente varios años adelante, lo cual, no se vería como un triunfo político durante el mandato y no funcionará para la continuidad del partido político en el poder. No obstante, el discurso está lleno de buenas intenciones por la educación, y el interés por mejorar su calidad y cobertura siempre está presente, solo falta hacer realidad el deseo.
Bibliografía.
ahmed, A. (2016). nytimes.com. Obtenido de https://www.nytimes.com/es/2016/06/30/espanol/america-latina/por-que-la-reforma-educativa-en-mexico-ha-desatado-oposicion-y-violencia.html
Art 3 Constitucional. (2022). mexico.justia.com. Obtenido de https://mexico.justia.com/federales/constitucion-politica-de-los-estados-unidos-mexicanos/titulo-primero/capitulo-i/#:~:text=Art%C3%ADculo%203o.,secundaria%2C%20media%20superior%20y%20superior.
Montes de Oca, E. (septiembre de 2008). La disputa por la educación socialista en México durante el gobierno cardenista. Educere, 12(42).
Zorrilla, M., & Barba, B. (2008). redalyc.org. Obtenido de https://www.redalyc.org/pdf/998/99819167001.pdf
[1] Licenciado en Turismo por la Escuela de Turismo del Instituto Campechano (en Campeche). Estudiante del tercer cuatrimestre de la Maestría en Ciencias de la Educación por la IEU.