La penalización radical del aborto en la República de El Salvador (1998-2020)

Un crimen contra los derechos humanos de las mujeres

Por Sigrid Gutiérrez Aquino[1]

  1. Introducción

Los derechos humanos son inherentes a todas las personas, sin distinción alguna de raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o cualquier otra condición (ONU, 1948). Estos tienen por objetivo garantizar la dignidad humana en todos sus aspectos, lo cual incluye los derechos sexuales y reproductivos, relacionados con el libre ejercicio de la sexualidad, la reproducción, el acceso a servicios médicos de calidad, la educación sexual y la interrupción voluntaria del embarazo en los casos más esenciales para la salud mental y psicológica.

Los Estados que penalizan completamente el aborto hacen partícipes al sistema de salud, judiciario y penitenciario en una serie de violaciones contra los derechos humanos de las mujeres. Esta práctica tan radical está íntimamente relacionada con la violencia de género que existe en AméricaLeer más

La violencia de género en tiempos de coronavirus

Imagen: Martina Rodriguez temerosa detrás de su puerta. Foro de : Natalye Monroy.

Por Natalye Reyes Monroy

Las manifestaciones y las tomas de instalaciones de la Comisión de Derechos Humanos por colectivas feministas a lo largo del país son acciones que resultan de una cada vez mayor necesidad de reconocimiento por parte del ejecutivo Federal del aumento de los feminicidios, la violencia feminicidas y la violencia contra las mujeres con sus multiplicidad de rostros, así como la exigencia de acciones que frenen la impunidad, la falta de justicia y resolución de las denuncias en los casos de acosos, feminicidio y violencia contra las mujeres.

“¿Podríamos darnos prisa? Mi esposo no tarda en llegar y no quiero que me vea platicando contigo”, con exaltación expresó Rebeca Aguilar mientras regaba su jardín; la señora de 43 años traía puesto un mandil roto y un ojo morado.Leer más

La esfera profesional de las atletas: autonomía vs patrocinadores

Víctor Alí Mancilla Gaytán[1]

 

El deporte en la vida cotidiana de los seres humanos representa un sinnúmero de atributos que muchas veces se reducen a la sustitución de la actividad física que de manera natural realizaban los ancestros humanos para sobrevivir (cazar, desplazarse, huir, etc.), y que, en la actualidad, se entiende comúnmente como una simple actividad de recreación física y mental, una especie de pausa a nuestra ajetreada vida actual para poder disfrutar de un partido con compañeros y que, además, nos ayuda a mantener un cierto nivel de salud (y cierto estatus) en nuestros cuerpos. Sin embargo, existe una forma más de entender el deporte: como una forma de conseguir el capital necesario para subsistir o, en otras palabras, la concepción del deporte como un empleo formal.

Esta última es la concepción menos evidente de todas, y tal vez la más confusa, ya que muchas veces se suele pensar que la gente que practica algún deporte lo hace por mero pasatiempo, nada serio (situación que también sucede con quien se dedica a la música). Leer más

Sororidad y Primates

Análisis de caso y reflexión crítica para una argumentación moral desde la ciencia

Por Carmen Rodríguez Martínez[1]

La avasallante marea verde ha puesto sobre la mesa múltiples temas para discutir. Así, la opresión hacia las mujeres es un asunto que se discute desde muchos flancos. Desde la filosofía, cabe hacerse la pregunta, si la ciencia —en particular la biología y disciplinas afines— tiene algo para decir en estos debates de carácter moral. Uno de los rechazos más frecuentes viene de la presunción de que hablar temas morales desde la ciencia implica un reduccionismo biológico que atenta contra el avance y progreso logrado por la cultura, y que contradice la libertad humana —capaz de contravenir los mandatos de la naturaleza—. Otro rechazo muy común es aquel que dice que partir de la ciencia en argumentaciones morales nos llevará a caer en la falacia naturalista, pues deduciríamos a partir de lo que de hecho es, lo que debería ser. Así, dado el carácter descriptivo de la ciencia, tenderíamos a solidificar el estado de cosas, en este caso la opresión, más que a subvertirlos. Curiosamente, ambos rechazos desconocen y contradicen la perspectiva evolucionista, para la cual la “naturaleza humana” no implica de ningún modo un conjunto de rasgos fijos o permanentes, sino más bien un testimonio de aquellos rasgos que han aparecido y sobrevivido al tiempo, en determinada especie, en función de que ellos proporcionen una mejor adaptación al ambiente.Leer más

Los espacios separatistas como recuperación y resignificación de las reuniones de mujeres

Por Ximena Cobos Cruz

Si la cultura es resultado de la relación de los grupos humanos con el espacio en que viven, en el contexto de sociedades patriarcales, donde la heterosexualidad como régimen legitima y sostiene la división sexual del trabajo, por lo que las mujeres han sido relegadas y sujetas únicamente a ocupar el espacio que Giménez Montiel (2005, pp. 11-12) considera más elemental o primario dentro del modelo escalar, la casa, resulta no tan difícil entender que las reuniones de mujeres sean una práctica cultural bastante común. Pensando en el espacio de lo público y lo privado, los hombres tienden a salir del hogar y de los territorios próximos, se reúnen en asambleas para tomar decisiones sólo entre ellos, mientras las mujeres históricamente han sido apartadas de los espacios políticos ―vistas no en igualdad, sino en oposición absoluta al hombre, no pueden compartir los espacios de toma de decisiones―, la socialización de las mujeres, entonces, es “naturalmente” conducida a agruparse entre ellas. Así pues, las mujeres no ocupan los mismos lugares en los espacios sociales porque existe una relación de poder desigual entre la clase mujeres (la clase oprimida/ subalterna) y la clase hombres (opresores/ hegemónica); el capital cultural, económico y social se les niega y restringe, al tiempo que causa la estigmatización de sus espacios, de aquí puede derivar que las reuniones de mujeres, enmarcadas bajo el estigma de un código restringido[1], se consideren mero discurso fútil, chisme. Ante este panorama, parece necesario estudiar los espacios de mujeres que se empiezan a configurar a voluntad y como reclamo ante los espacios mayoritariamente masculinos, cada vez con más fuerza, en la última década ―quizá―, bajo la condición fundamental del separatismo,Leer más

Los absurdos aforismos de la evasión

Imagen de portada DANIEL LEAL-OLIVAS, AFP/GETTY IMAGES

Por Fausto Bonilla

 “A los hombres también nos matan, all lives matter, y a los blancos también nos discriminan” son sólo algunos de los muchos y evidentes ejemplos del esfuerzo de los opresores por desviar las conversaciones en términos de derechos y respeto a la integridad humana.   

 Es una práctica común que al invitársele a un individuo miembro de estos grupos opresores —sean los varones, las personas de tez blanca, o los y las privilegiadas económicamente— a realizar una reflexión sobre cómo es que sus formas de expresión y sus dinámicas de vida coartan los derechos de sus conciudadanos y conciudadanas, estos miembros orienten la conversación a otra zona. Leer más

Mujeres mexicanas: un instante en la vida de Juana de Asbaje

Por  Verónica Ethel Rocha Martínez

 

En el marco del día internacional de la mujer, la Galería 40 ubicada en la calle Aldama en Zapopan, Jalisco reunió la perspectiva de diversos artistas gráficos acerca de las mujeres mexicanas, la fecha de inauguración de esta exposición desapareció definitivamente del mapa de eventos culturales debido a una pandemia de proporciones insospechadas, sin embargo, no deja de ser motivo de una constante reflexión el acontecer de las mujeres en México.

Juana Inés de Asbaje y Ramírez, nació en 1651 en una época que consideraba el rol de la mujer bajo parámetros muy acotados y siempre sometidas al yugo masculino. Fue una mujer que desafiando las barreras ideológicas de su época decidió, a los dieciséis años, dedicar su vida a la escritura e ingresar a la vida conventual bajo la orden de las carmelitas descalzas; esto ocurrió en 1667, pero su ingreso definitivo al convento de la orden de San Jerónimo sucedió dos años después.Leer más

Consideraciones teológicas sobre la sexualidad desde la perspectiva judeo-cristiana

Por Ciro Casique Silva[1]

El libro del Génesis[2] nos habla de los “orígenes” de la humanidad, el universo, la vida, el bien, el mal, la muerte, etc. Nos cuenta, supuestamente, el origen del todo. En él, se exponen claramente los mandatos del Dios que “ha determinado por milenios” cuáles serían las características de una “buena y/o mala” sexualidad a practicar entre los hombres y mujeres hebreas, particularmente. Entiéndase bien, entre los hombres y mujeres, quiero resaltar.

Intentaré hacer, pues, una brevísima revisión de ciertas consideraciones construidas a partir del supuesto relato yahvista, como designios de “El Creador”. Para ello, podríamos empezar por recordar lo que nos dice el libro de la Biblia (Génesis 1:26-27 Versión en línea):

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Analizando un poco la descripción del texto y el propósito de ese “Dios” hebreo, está claro que el objetivo de la sexualidad entre un hombre y una mujer —porque es la única forma de asociarse erótica y afectivamente descrita aquí—, como orden divina, juega un papel muy importante también como garantía de la hegemonía y la reproducción del pueblo hebreo, además de cumplir el rol de plan de extensión y designio del dominio de la providencia divina. Leer más

La construcción social de la mujer en México y su relación con el feminicidio

En portada: Leonor Gómez, doña Sara García y Leonor Llausás en ‘Los Fernández de Peralvillo’ (1953).

Por Guadalupe Cecilia Barona Mendoza

“Y una musa que valiente los seguía…” Al terminar la batalla, la mujer permanece. La del vientre fecundado (la esclava ideal) se incorpora y, de pronto, aprovechándose de los movimientos de Carmen Serdán o de las vacilaciones del instante, se echa a andar. No con demasiada suerte: al cabo de las caminatas prodigiosas, la mujer revolucionaria se deja mitificar y el mito, al estipular carácter y condiciones, confirma y garantiza la esclavitud y transforma, amargamente, virtudes naturales en peso muerto para sus descendientes… A ella, le hicieron arrojar sobre sus descendientes una carga fatal de abnegación, sufrimiento callado, estoicismo y obstinada veneración por el hombre.
Carlos Monsiváis, Amor perdido.

Algunos de los principales logros de la lucha feminista del siglo XX en México fueron la obtención de las mujeres del derecho a votar y ser votadas, que se realizara la “Primera Conferencia Internacional sobre la Mujer”, llevada a cabo en la Ciudad de México en 1975, así como la desnaturalización de las violencias contra las mujeres y que, por primera vez, el gobierno mexicano se preocupara e implementara acciones ante éstas.

Aunado a ello, en 1995, el Estado mexicano se suscribe a la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer (Convención Belém Do Pará), con la cual los estados parte están obligados a garantizar el derecho a una vida libre de violencia para todas las mujeres. El artículo 1 de la Convención Belém Do Pará define la violencia contra la mujer como “…cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño, sufrimiento físico, sexual o psicológico, tanto en el ámbito público como en el privado”.

Sin embargo, contrario a lo que enfáticamente se establece en materia legal, la violencia hacia las mujeres es de uso corriente y común en la sociedad mexicana. Leer más

¿Existen los aliades? No, existen los opositores al machismo

Por Fausto Bonilla

Debemos comprender una verdad: no somos nosotros los protagonistas de esta lucha. Como varones, somos víctimas de una ceguera provocada por el orgullo. Nos creemos los libertadores, los héroes del mundo. Asumimos ser los hijos de los conspiradores y revolucionarios, y consideramos que seremos nosotros quienes liberaremos del yugo de sus opresores a los indígenas, a las mujeres y a los esclavos del capital. No, compañeros, nos estamos engañando; serán los y las indígenas quienes levanten su voz en defensa de conservar viva su cultura, será el mismo esclavo del capital quien ponga fin a su condición y serán las mujeres quienes tomen las riendas de la revolución que en ellas ha surgido. Porque también debemos comprenderlo: ésta es una revolución. Leer más