¿Qué hay de nuevo en el nuevo boom?

Las mujeres redefiniendo el canon literario

 

Por Enrique Martínez[1]

Por su novela Distancia de rescate, en 2017, la argentina Samanta Schweblin se colocó entre las finalistas del prestigioso Man Booker International Prize. Desde entonces, la prensa y crítica literarias comenzaron a voltear hacia América Latina. Lo cierto es que, de unos años para acá, la literatura de la región, principalmente la escrita por mujeres, ha sido ampliamente consumida en todo el mundo y no deja de recibir elogios por su innovador estilo. Es esa combinación entre frescura y éxito de ventas lo que ha llevado a ciertas personas a calificar este momento de un nuevo boom latinoamericano. Por ello, en este artículo me pregunto hasta qué punto una afirmación de este tipo constituye una exageración, intentando esclarecer, a su vez, qué hay de nuevo en este movimiento.

No se puede hablar de lo nuevo sin remitirnos a lo viejo, por lo que las primeras líneas de este ensayo exigen detenernos en la referencia obligada: el boom latinoamericano. A veces considerado como corriente literaria, otras veces como mera estrategia de marketing, el boom siempre ha sido un fenómeno confuso. Sin embargo, a pesar del casi nulo consenso en torno a su definición y características, sí existen puntos en común a la hora de abordarlo.

En primer lugar, el boom fue una explosión en el sentido más literal del término. Antes de la década de 1960,Leer más

La rutina interrumpida

Por Paula Guillén[1]

Solo las personas que creen en los augurios pudieron haber previsto lo que ocurriría ese día.

Hanna se levantó 30 minutos más tarde de lo habitual, de manera que, por primera vez en siete años, no le dio tiempo de maquillarse (mucho menos de hacerse su habitual eye cat). Durante el desayuno, notó un extraño sabor amargo en su avena con leche de almendras, plátano y fresas, así que decidió agregarle un poco de endulzante.

De camino al trabajo, en el transporte, comenzó a sentir un leve, pero persistente dolor en el pecho. Lo atribuyó a la presión que ejercían sobre ella las decenas de personas con las que compartía el vagón del metro de la línea 9 con dirección a Tacubaya.

Pasaron dos o tres horas de su jornada laboral y el dolor persistía. Sin embargo, ella no dejabaLeer más

Óscar Páez | Minificción

Óscar Páez (Huatusco, Veracruz, México, 1993). Cursa la Lic. En Psicología. Estudió creación literaria. Finalista del premio de poesía Francisco Javier Estrada 2022 y el premio de poesía emergente Antonio Alatorre 2022. Autor de los libros Los Castigados (Híbrido, 2018); Armario de Brevedades (Minificción, 2020); Plegarías al espíritu extraviado (Poesía, 2021); De estos poemas crecerá mi casa (Ediciones Ave Azul, 2021). A colaborado en revistas como, Granuja, Tlacuache, Perro Negro de la calle, Triada Primate, Casa Bukowski, Campos de pluma, Enchiridion, Bitácora de vuelos, Periódico Poético, Poetomanos, Poetripiados y en algunos periódicos locales.

 

 

El ahogado

Un pescador soñó que se convertía en ola.

 

 

Intento de vuelo

Juan volvió a golpear a Lucía en un arranque de cólera y le prometió, como otras veces, no volverlo hacer. Lucía ya estaba harta de la forma en que él la trataba, incluso de su absurda obsesión con las aves y los objetos voladores. Juan no tuvo tiempo de agarrarse de nada, los vidrios salieron volando a los lados, era obvio que al caer de un quinto piso no sobrevivirá. Cuando la policía llegó a la escena del accidente, le preguntaron a Lucía qué fue lo que pasó, ella en un tono muy natural, y sin pensarlo respondió: De seguro otra vez intentó Leer más

Valentina

Por Yolanda González Muciño

A mis hijas: Cynthia y Libertad

 

Ya mero está el café, le puse canela, como te gusta.

Durante doce añadas luché en los agarrones a tu lado. ¿Te acuerdas? Ya han pasado cuarenta y uno. ¡Aaah, y siempre estás en mi recordación! ¡Aunque sufrí los infiernos contigo, era feliz! Sí, a’nque eras un cabrón, yo te quería harto. ¡Si me hubieras hecho caso…! ¿Recuerdas al Palemón? Ese campesino rete risueño que nomás enseñaba el diente, y se unió al general Grabiel Leiva, nomás por andar enamorado de mí. Y de la canción tan bonita que me inventó, y así con hartas ganas me la cantaba: “Valentina, Valentina yo te quisiera decir…” A ti te hervía la sangre, yo no sé pa’qué se lo chingaron.

¿Sabes? Las mujeres no teníamos permiso pa’que nos cantaran, ni pa’ nada. Jue hasta que animosas comenzamos a vestirnos con las ropas abujereadas de los soldados que caían en batalla, y así nos avaloraban un poquito. Yo cambiaba mis faldas de percal, todas deshilachadas, por la ropa del que ya estaba dijunto. Antes de encuerar al muertito, me persinaba y le pedía a Dios y a la virgencita de Guadalupe por él. Lo desvestía rápido, la cara me sudaba y mis acongojados pies hasta la tierra rasguñaban. Me ponía las levitas manchadas de rojo y los pantalones también, nomás que los arremangaba. Y a’n que los trapos jedían a hombre y a sangre, ¡me sentía como toda una soldada! Luego, les quitaba las botas y parecía que los muertitos las agarraban con las uñas. ¡Porque me costaba un chingo sacárselas de las tiesas patas que jedían! Yo y mis compañeras nos reíamos harto porque me quedaban rete grandotas y caminaba como espinada. Hasta rechinaban las diantres botas. Tú también te burlabas de mí y de todas. ¿Qué ya se te olvidó que hasta tú te vestías de mujer pa’ poder jullir? ¿TeLeer más

Desirée

Por Eduardo Alcalá López

Ves un anuncio en el periódico de ayer: “Se solicita niñera que tenga conocimientos de psicología, un día a la semana durante 1 mes, los jueves de 7 de la noche a 7 de la mañana. Incluye cena”. La paga es buena y viene un número telefónico, abajo dice “No llame, mande mensaje por Whatsapp”. Relees el mensaje y dudas un segundo. Quizás es muy bueno para ser verdad. Quizás alguien ya ocupó el puesto. Haces unas rápidas cuentas mentales y te percatas que ese dinero te basta para completar el presupuesto de gastos para tu viaje a Alemania que has planeado por años. No lo piensas más y mandas el mensaje.

Revisas los detalles antes de confirmar que tomarás el trabajo. Tendrás que cuidar a una niña de 7 años con algunos problemas de comunicación: tu especialidad. Además, te ofrece un bono si llegas puntual a la hora, ni un segundo antes, ni un segundo después. Sabes que podrás cumplir sin problemas y te imaginas dándote algún pequeño lujo durante tu viaje con ese excedente. Confirmas y la señora, asumes que es una mujer con quién has intercambiado mensajes, te responde con una ubicación. El siguiente mensaje te inquieta “Me llamo Dolores, cuando llegues no toques el timbre del edificio, sube directo al piso 3-303. No me digas tu nombre. Nos vemos el jueves”.

Estacionas tu auto en la acera frente a un edificio que no recordabas que existía a pesar de ser una zona por la que sueles transitar. No sabes si realmente es tan viejo o sólo está descuidado y la hora de la tarde lo hace ver peor. Tardas un instante en bajar de tu auto, pero recuerdas la puntualidad. Levantas la mirada al cruzar la calle y buscasLeer más

El vacío de la pregunta

Por Indira Isel Torres Crux

Cuando escribo necesito descargar mi furia, esta palabra ha estado acompañándome desde hace unos veinte años, mi energía es fuerte, la considero entregada. Para escribir pongo café en mi termo, tomo varias, muchas tazas al día, y pongo música, de preferencia clásica, no he podido escribir con música y letra, me gana, me pone ansiosa, hace poco escribía para una novela y ponía canciones mexicanas, rancheras y de los ochenta como Rocío Banquells y Amanda Miguel, pues para motivar a la ansiedad a mi personaje. Hay amigas que se maquillan para escribir, algunas se ponen zapatos verdes, otras usan pants, otras oran, otras prenden incienso, otras se masturban. Hacer ritual me da flojera, porque yo veo más la escritura como periodismo, es sí o sí. Debería hacerle ciertos guiños a ese endiosamiento, pero si lo considero tan sagrado, siento que yo no puedo entrar en él, para mí la escritura es puro ejercicio, es ir a correr, es caminar y observar y cocinarlo. Últimamente he estado leyendo los gestos y las palabrasLeer más

Años perdidos

Por Alexis Álvarez Lara[1]

Al cumplir los 45 Feliciana se instaló, decidió no encender una velita más en los próximos festejos, y de ahí nadie la movió. Era tal el resultado de no seguir cumpliendo años que pareciera que también el tiempo decidió evadir su cuerpo y su piel. Se conservó con la figura y la lozanía de esa, por mucho, su mejor época. Soltera y sin hijos que pudieran delatar la farsa, Feliciana vivió gozando de los beneficios de negarse a acumular años, pues su vitalidad y energía no mermaron en nada. Generaciones enteras la vieron desfilar en sus fiestas, departir con ellas, figurar en las fotos, sin que un pliegue en su piel o canas en su cabello pudieran poner en entredicho su edad.

Hasta un día en que se encontró sola, más sola de lo normal, ante la vejez y la muerte irremediable de amigos y familiares, viviendo en un mundo que se dibujaba cada vez más ajeno y difícil de entender. Leer más

Hechizo contra las palabras injuriosas

Por Mayra Escamilla[1]

¿Alguna vez ha recibido en su contra palabras injuriosas que se le han quedado grabadas en la memoria y, que al escucharlas, aún guardan las reminiscencias de momentos incómodos, dolorosos o bochornosos? ¿Desea poder escuchar o leer esas palabras sin que le despierten sensaciones desagradables o incluso de tristeza? Entonces ha llegado usted a la solución al problema.

En primera, deberá proveerse de lo siguiente:

  • Una hoja de papel por cada palabra injuriosa de la que quiera deshacer el efecto
  • Lápiz, bolígrafo, crayola, plumón (lo que a usted le plazca para escribir)
  • Una vela

Ya preparados estos objetos, asegúrese de elegir una noche serena para la realización del hechizo. La luna llena es ideal por su luz tenue y apaciguante. Si usted elige una noche lluviosa, con rayos y relámpagos, es posible que el hechizo tenga un efecto diferente al buscado, por lo que de hacerlo, eLeer más

La Increíble historia de Carl Lanner

El Primer Explorador del Mar de La Nostalgia

 Por Moisés Flores

Era una fría noche de otoño en el puerto de girola, a 30 kilómetros de las Kuriles, este lugar es más conocido por la frialdad de sus habitantes que por la cacería de ballenas; en una taberna, sentado sobre un catre se encuentra uno de los primeros precursores de la moderna ciencia de la oceanografía, el héroe, o mejor dicho, el protagonista de nuestra historia.

Pidiendo un vaso más de Krazif, una bebida Láctea fermentada con granos de trigo, el teniente de fragata Carl Lanner se prepara para emprender una expedición científica financiada por el consulado Alemán de Shanghái, con el objeto de explorar las desconocidas aguas del Pacifico Occidental; de su bolso de cuero, saca un telegrama con el sello de la cancillería del Führer, y expone ante su modesta tripulación los objetivos de la misión.

Elaborar cartas de navegación de todo el pacifico occidental y entregar esos mapas a la marina imperial japonesa. Corría el año de 1937, mi tercer año como asistente de operaciones en el Goethe, un buque auxiliar de aprovisionamiento de la kriegsmarine. Justo a la media noche el buque zarpó y es aquí cuando comienza la etapa más secreta de mi diario…

 Al 9no día de navegar, el teniente Lanner decide anclar el buque cerca del paralelo 42, a casi 2000 kilómetros de las costas de Japón; pidiendo consejos al capitán del buque, el Tte. Lanner decidió realizar una inmersión, y recolectar muestras geológicas del fondo marino. Esa misma tarde se vistió con un traje de buzo de última generación,Leer más

Temazcalteci

Por Ana Laura Corga[1]

Para Marisabel Macías.
Por ser guía en la erótica feminista,
inspiración en la creación literaria
y amiga en la confidencia.
Que tu camino sea siempre gozoso.

 

Llevaba mucho tiempo preguntándome por qué no sentía nada. Por qué mi cuerpo no se estremecía como los de las mujeres en las escenas de la pantalla, en las que las pieles se erizaban, los pezones se erectaban y las personas jadeaban. Mucho tiempo asumí que eran simples actuaciones y que en la vida real eso no existía. ¿Pero sería verdad que todas las personas mienten y no sienten nada, como yo?

Esta pregunta y otras más inundaban mis pensamientos, sobre todo los nocturnos. Se aparecían de la nada cuando veía algo que me gustaba, a alguien que me atraía. ¿Por qué no siento? ¿Por qué no aparece esa electricidad que dicen que se hace en la entrepierna? A lo mejor nací sin algo y el placer me fue suprimido desde un inicio.

Mi primera experiencia con una pareja sexual fue frustrante. Me cuestionó después de haberme practicado sexo oral si lo había disfrutado. Falsamente dije que sí. Durante el acto eché unos gritos bien fuertes, todos aprendidos en el porno. La realidad es que no sentí absolutamente nada. No sabía cómo se sentía un orgasmo. No creí estar ni cerca. Tuve sexo nomás por tener. Porque parecía que era una obligación o porque de manera legítima buscaba sentir. Hasta ese momento no habíaLeer más